domingo, 14 de diciembre de 2008

El joker quema los dólares

De chico me gustaba Batman, tenía el batimóvil, el añillo y la capa; coleccionaba las figuritas que venían con unos chicles, las revistas de historietas … Tal vez algo de murciélago había –hay- en mí, no sé. Por otra parte, debo decirlo, tenía un poco de desdén hacia Robin, con esa capa cortita y adamascada que lo dice todo y con el pantaloncito tan ajustado. El punto es que fui a ver la última, la del Guasón malogrado, y salí aturdido por el vértigo de las secuencias y el sonido estruendoso del cine en que también se puede masticar y atender el teléfono.
Mi veredicto fue “no”, pero una escena me quedó dando vueltas en la cabeza y, además, a los pocos días recibí un mail de mi amigo Sergio Sammartino sobre ese mismo pasaje de la película. ¿Cómo es que este malvado desbocado se atreve a quemar semejante montaña de dólares? Porque se puede invadir países, asesinar sin más o torturar con crueldad, pero quemar los dólares ¡eso nunca en el país del capital! Solo el tío del pato Donald encendía los habanos con billetes verdes, pero de a uno y porque tenía muchos millones más en la bóveda que usaba de natatorio. ¿Acaso quemaría yo mi propio dinero? ¡no! ¿Por qué, si en el fondo muchas veces lo aborrezco? me respondo tontamente: -porque no soy tan malo como el Joker, porque no poseo esa guita para quemar, porque los vecinos, mi mujer y mis hijos me tomarían por loco.
La escena necesariamente se torna nocturna. Igual que Rico Mc Pato, el Guasón se lanza de su montaña de dinero y, después de ordenar gasolina enciende, también con un habano ajeno, la pira – perdón, pretendí decir pila- de dólares.
Trato de acomodar los datos y lo primero que me digo es: -este tipo es Brando, los ojos, la frente, la boca, algo en la voz. Busco en internet y lo confirmo, muchos se han dado cuenta pero lo asocian con el Brando de El Último tango en París. No estoy de acuerdo, salvo por la semejanza del pelo y el sobretodo, se trata de un componente recesivo porque el vínculo dominante hay que hacerlo con Apocalypse Now, pensé, con el coronel Kurtz, con El Horror, con un hombre que, como el Guasón, ya no se ríe después de haber visto lo que ha visto.
No quiero abundar. Sólo esto otra vez: ¿qué significa para el Guasón destruir dinero? En primer lugar, que él no es un malo ordinario, que su maldad pertenece a una escala superior que está muy por encima de la ambición de los simples pistoleros que asolan ciudad Gótica. La maldad del Guasón es más espesa y para demostrarlo quema ante sus rivales la parte de dólares que le corresponde, la dilapida mientras los perros ladran, como en la de Greenaway y como en el Fausto de Goethe … como si se tratara de una ofrenda sacrificial a los espíritus de la noche. Es que, si miramos bien la escena, la montaña de dólares encendidos se transforma por el fuego en un altar de sacrificios y se abarrota de calaveras. Es el mismo altar sacrificial del templo camboyano en el que el coronel Kurtz, Marlon Brando, es matado como una bestia expiatoria. Kurtz convierte los crímenes de la guerra en un sacrificio sangriento a las divinidades oscuras, un dispendio, una ofrenda a los dioses paganos.
Batman es muy rico, protege su dinero y cuida sus inversiones millonarias. El Guasón, también por encima del hombre murciélago, no quiere riquezas como posesión permanente, puede llevar una vida frugal como Kurtz, por eso cuando amontona su pira de dólares, la enciende displicente con el habano de un gangster simplón. El mal pequeño de los ambiciosos de ciudad Gótica –incluido Batman-, el que encarnan los dólares-calaveras se convierte con el Guasón en religión y, entonces, es necesario sacrificar a los dioses … para, oh sorpresa, librarnos de todo mal, señor.

Emilio Zaina